¿Qué son los antipiréticos?
Los antipiréticos son fármacos específicamente diseñados para controlar la fiebre en el cuerpo humano. Su composición química les permite restablecer la temperatura corporal a niveles normales después de que se haya producido un aumento de la misma. A menudo se les conoce como antitérmicos o antifebriles.
Además de reducir la fiebre, algunos antipiréticos también tienen propiedades analgésicas y antiinflamatorias que pueden reducir el malestar general que a menudo acompaña la fiebre. Sin embargo, es importante tener en cuenta que aunque estos medicamentos pueden reducir la temperatura corporal, no eliminan la causa subyacente de la fiebre.
En general, la fiebre es una respuesta inmunitaria del cuerpo a la identificación de patógenos. Cuando esto ocurre, ciertos mecanismo del hipotálamo (una estructura en el cerebro) se activan y la temperatura corporal aumenta para combatir la infección.
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En términos generales, se considera que una persona tiene fiebre cuando su temperatura es superior a 38°C. Cuando la fiebre es inferior a 38°C. se conoce como febrícula. Aunque en el pasado se ha recomendado el uso de antipiréticos para tratar cualquier grado de fiebre, lo cierto es que no siempre es necesario o recomendable hacerlo.
El uso de antipiréticos debe estar basado en la prescripción de un médico, quien evaluará el mecanismo de acción de los diferentes fármacos, su eficacia, sus posibles efectos secundarios y la condición del paciente antes de recetarlos. No se deben utilizar antipiréticos sin la prescripción de un médico.
En situaciones en las que la fiebre es leve y no provoca malestar significativo, no se recomienda el uso de antipiréticos para reducirla. Es importante abordar la causa subyacente de la fiebre para que el paciente pueda recuperarse.
Existen cuatro grupos principales de antipiréticos según su composición química y las propiedades que presentan: los salicilatos (como la aspirina), las pirazolonas (como el metamizol), los aminofenoles (como el paracetamol) y los derivados del ácido propiónico (como el ibuprofeno).
Cada uno de estos grupos de antipiréticos tiene diferentes mecanismos de acción, eficacia y posibles efectos secundarios. Es importante recordar que estos medicamentos deben ser recetados por un médico y utilizados de acuerdo con las instrucciones que se le hayan dado.
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